Mientras escribo y estudio (si, volví a las aulas después de 10 años, aún me confunden con un profesor) me llegan a la cabeza ciertos pensamientos acerca de la ciencia ficción y del juego de rol y ahí es cuando quiero citar al de siempre, a Isaac Asimov con respecto a una reflexión sobre su cuento "Historia Bélica" y que transcribo a continuación:
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En 1950, estalló la guerra de Corea y sobrevinieron tiempos de depresión, casi tan penosos como los actuales. No quiero ocultarles a ustedes que no soy nada entusiasta de lo que Otelo llamó "el orgullo la pompa y el aparato de las gloriosas guerras".
La Segunda Guerra Mundial ha sido algo único. Una guerra que alimentó pocos escrúpulos idealistas, Una guerra en la que se luchaba contra el mal absoluto, al parecer, bastante más allá de la usual difamación del enemigo. AL menos, dio lugar a la esperanza de que, una vez acabada, el mundo se organizaría de forma tal que previera la posibilidad de otras guerras futuras. La euforia de los días inmediatos al final de la catástrofe y de las disposiciones de las Naciones Unidas no duró mucho y la guerra de Corea dio al traste con la aurora de las grandes esperanzas.
Ustedes deben pensar que los escritores de ciencia ficción estábamos la mar de bien. Que recurriríamos a nuestro habitual "escapismo". Podíamos largarnos al espacio exterior, dejando atrás la Tierra y sus problemas cotidianos. Pero escapar no es tan fácil. El divorciarse de la realidad es más difícil de lo que ustedes piensan, y cuando, en los días de Corea, me marché en mi nave espacial hacia las vacías distancias entre las estrellas... ¿qué encontré allí? Una guerra interestelar, una batalla por una nave espacial.
¡No podía escaparme! *
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Es algo que me llego a la mente porque en esto de la opera espacial siempre vienen los personajes y referentes inevitables: El extraterrestre monstruoso, el marine espacial, el pequeñín simpático, el grandulon tierno, el androide... Y veo que siempre con estas cosas sucede que si salen, el público se queja por usarlos de nuevo y si se quitan, la gente pregunta por que se quitaron y donde se les dejó.
En el juego de rol pasa que estos personajes siempre serán recurrentes pues mucha gente gusta de ellos y en muchas oportunidades sirven de referente para aquellos que hasta ahora llegan al mundo del rol.
Desde los humildes escritos que yo hago tampoco puedo librarme de ciertas cosas y la idea es que cuando aparezca alguna cosa recurrente en las páginas de los contenidos que estoy produciendo que sea algo grato para el lector. Yo mismo debo admitir que como lo sentencia Joe Campbell, siempre el camino del héroe estarán los personajes que conforman el gran mito de la humanidad y el valiente marine espacial sea bueno o malo, la princesa, la guerrera o el sabio místico estarán ahí. Yo mismo siempre añoro que vuelva el joven héroe en una nueva historia y nos demuestre que se puede luchar.
Así me siento |
Escribo con la certeza de que volveré a lo que siempre ha sido bueno, el eterno retorno que como el buen pan de siempre nos permite levantarnos cada día. Que el miedo al ridículo desaparece cuando sabes lo que haces por una generosa dádiva del tiempo, del hacer a fuego lento, como se hace la buena comida, como se forma un planeta, una estrella, la existencia.
Que no estoy solo y quien esta a mi lado me regaña con un beso, no me miente de manera piadosa sino que me critica porque me ama.
Un saludo exploradores y tenganme un poco de paciencia.
*Nightfall and other stories
Biblioteca Contemporanea La máquina que gano la guerra
Luis de Caralt Editor, S.A. ESA
muy inspiradora esta entrada. el hombre que sueña no escapa, es un aventurero de nuevas pocibilidades, para entender e influir en la realidad.
ResponderEliminarGracias Malka, recuerde que también esta en la manigua buscando salir al valle y ahí nos apoyamos.
ResponderEliminarUna de las claves de la ciencia ficción es estar consiente de que solo se está mostrando la mera realidad "de otra forma"
ResponderEliminarsoy de los que hace mala cara cuando mencionan a Benitez, pero no por magufo, sino por lo terriblemente mal que escribe. nunca le daré otra oportunidad.