lunes, 24 de febrero de 2020

Crónicas del viajero galáctico 1

Crónicas del viajero galáctico 1


Estas son las historias de viajeros galácticos alojadas en la red Cassimir, esperamos pronto la tuya.


La gravedad de la consciencia


Un planeta tiene muchos territorios, para explorarlos hay que tener siempre dos cosas, un pequeño ajustador gravitacional y tener la carta biomolecular del planeta.

El primero tiene una función clara, sirve para ajustar la fuerza gravitatoria a nivel personal, es dotada a todo ser que vaya a viajar hacia cualquier lugar diferente a su planeta de origen y va en el traje o el biovehiculo[1] del ser.


El segundo es una información que se debe actualizar en la red Cassimir[2] y corresponde a la naturaleza bioquímica del lugar, composición atmosférica, molecular, microbiológica etc. Así es posible poder interactuar biológicamente con el entorno y al mismo tiempo no contamina ni al visitante ni este deja rastros biológicos peligrosos, es algo así como un convertidor biológico de doble vía. Se recomienda actualizar un par de días G.M.T.[3] antes de llegar al lugar para que el cuerpo quede bien adaptado a nivel fisiológico. De todas maneras, existen lugares en los mundos conocidos demasiado hostiles para la biología galáctica general como Cimeria[4] que tiene cambios de temperatura demasiado elevados o Behmeris[5] que tiene fluctuaciones gravitatorias muy fuertes. En ese caso el ser debe utilizar equipo adicional para poder explorar.

Nitagar es un planeta tres veces del tamaño de la Tierra, al borde de ser uno de esos lugares difíciles de explorar, esta en el área fronteriza de su heliosfera y recibe más energía de los rayos cósmicos que de su propia estrella, de todas maneras este planeta esta lleno de vida, es un planeta rocoso que es iluminado por la fuerte actividad tectónica que esta simple vista, muy similar a Rucadia[6] tanto en la parte continental como marítima hay un área biosferica bastante amplia entre el calor excesivo hacia el interior del planeta como el frio excesivo de la parte alta de su atmósfera. Aunque existen satélites artificiales que captan la radiación de su estrella y de los rayos cósmicos del espacio profundo, los nitagarianos usan en su mayoría energía geotérmica, posicionándolos como una civilización tipo 1[7] gracias al apoyo de la hermandad galáctica que llegó hace 200 años G.M.T.

Como en todo planeta de la hermandad, existen concentraciones urbanas con mucha tecnología, que combina lo culturalmente desarrollado con lo que viene de los mundos conocidos de la galaxia, a pesar de estar a la par en manejo de energía y recursos con el resto de lugares de la hermandad galáctica, en las zonas más alejadas y agrestes hay muchos casos de injusticia, allá donde el O.S.R.E. no actúa, esa es parte de mi peregrinaje, plantar la armonía en aquellos lugares para que germine, allí en una lejana zona de Nitagar y tal vez en algún momento, terminar mi penitencia, volver al camino del san lu.

Lo que si me sorprendió es la fama de los zen chi[8] inclusive en un planeta como este, existe información sobre nosotros, fue cuando estaba probando uno los alimentos de un pequeño lugar en un poblado de la región conocida como Lufbr. Veía una imagen en trideo de hazañas zen chi, algunas ciertas, otras exageradas, me causó mucha gracia, pero distrajo mi atención, un pequeño del lugar estaba deslizando su mano en uno de mis bolsillos, encontró un cristal de unidades de intercambio y al sentirlo lo apretó ágilmente y salió a correr pensando que había hecho una fortuna. Al momento de dar el primer paso concentre todo mi chi en mi brazo, rápidamente cambie en su mano el cristal por un pequeño tubérculo de mi plato cuando me dio la espalda.

Resultó ser un pequeño muy astuto, después de dar unas zancadas sintió como el alimento se hizo puré en su mano y giro a observarme, yo miraba divertido mi cristal de unidades mientras bebía una especie de té muy sabroso, gire me vista al chico y le sonreí, estupefacto me miró y vio su mano manchada, no comprendía, pero junto a mi estaba el trideo y sumo los elementos en su mente. Valiente se acercó de nuevo y como si no hubiera hecho mayor falta me habló:
-     
    ¿Eres un zen chi? Dijo en un solar contaminado con el acento local.
-     
    ¿Por qué habría de serlo?, solo soy un estelar en un pueblo muy alejado.

El chico se sintió insultado en su inteligencia.
-       
   Esa mancha en la frente debajo de tu sombrero debe ser un símbolo del san lu – Aseguró señalando mi cabeza.
-      
  Por lo visto llegué al pueblo donde hay club de fanáticos de los zen chi – dije sorbiendo el té nuevamente mientras señalaba el trideo con la otra mano.
-       
   Más que eso – aseguró- este pueblo es propiedad de uno.

Casi me atoro con la bebida, inmediatamente vi al tendero y al resto de comensales y solo me observaba el regente del lugar, disimulaba poco y miraba fijamente mi cabeza mientras por poco y se cortaba la mano picando alimentos, acerque el cristal al sensor para pagar, di las gracias y me aleje de ahí, el chico se prendió a mi como un pájaro avispa a un akanilonte.  

¿  Cómo te llamas?
-      
   Me llamo Dutu.
-      
¿ Tienes hermanos?
-       
   Sí, tengo 6 y soy el último, vivo con ellos y con mi padre.
-      
¿ Y tu madre?
-       
   Es consorte de don Nareb, el dueño del pueblo, para nosotros es un honor.

A pesar de elegir el camino del san lu y viajar por la galaxia para ayudar al que lo necesita, haber visto cosas terribles, muerte, horror, sufrimiento, no había algo que me hiciera respirar profundo buscando control que la explotación de seres inocentes, más cuando por primera vez en mis 140 años de servicio y 20 de peregrinaje, sé de alguien que a todas luces es un impostor que quiere manchar el nombre de los zen chi, el peor de los hábitos de los seres de la galaxia, el engaño.

Traté de andar con sigilo, pero Dutu hacía demasiado escandalo contándome los pormenores de su familia y lo poderoso que era el tal Nareb, casi que, con admiración, de la pobreza casi absoluta en la que él, su familia y casi todo el pueblo estaban como algo digno de admirar, ya estaba alardeando de como robaban a los pocos estelares y nativos del planeta que visitaban el pueblo, cuando se detuvo al recordar mi condición. Casi sin vergüenza dijo que yo no tenía problema al ser un zen chi, inclusive soñó en voz alta con que yo fuera el nuevo dueño del pueblo porque a pesar de como se portó conmigo yo no lo maté como si lo hubiera hecho don Nareb. Eso colmó mi paciencia y gire a tomarlo de los hombros.
-       
   Llévame a tu casa, quiero hablar con tu padre.
-       
   ¿Para qué? ¡yo no he hecho nada!
-       
   Les voy a invitar comida, necesito un lugar donde quedarme.

El rostro de Dutu cambió y noté su alegría, muy ágilmente corrió por una calle, ahí si pude seguirlo con la cautela que quería, pude estar muy seguro de que nadie nos seguía más, porque también era seguro que hace un instante si lo estábamos.

El padre de Dutu nos recibió con mucho recelo, era comprensible porque si alguna amenaza al control territorial del dueño del pueblo era apoyada, significaba problemas, solo sería cuestión de tiempo. El chico aseguró a su padre que yo era un zen chi, yo simplemente me senté en el suelo al lado de la entrada respetando el espacio íntimo de la familia.
-      
   Solo soy un estelar que gusta de visitar lugares diferentes, le prometí a Dutu que les invitaría a comer a cambio de descansar, claro si usted lo permite – dije al padre del hogar.
-       
   Es usted muy amable – Respondió el behmeriano- pero no estoy en capacidad de ofrecer un refugio cómodo y menos a un estelar como usted, perdone la impertinencia de Dutu.
-       
   La impertinencia es mía -Dije- yo le dije que me trajera aquí, me voy entonces y me disculpo.

Me disponía a irme y el dueño de casa me detuvo
-       
   No. Esta bien, puede quedarse si no le incomoda. Me llamo Coru y estos son mis hijos, sea bienvenido.

Pude charlar con Coru y sus hijos por un buen rato, el buen ser me contó como hacia años en toda la región grande, existía una cierta tranquilidad hasta que el gobierno regional general cambio, se confabularon unos pocos para repartirse todo el territorio con la excusa de ser representantes de la hermandad, el O.S.R.E. la delegación galáctica o como en este caso los zen chi. Por lo que pude entender de lo que relataba Coru, todo tenía un cariz místico religioso para convencer a la gente de que debía hacerlo, quien sabe con que tecnología se aprovechaban de la ignorancia de los habitantes de regiones apartadas como esta. Lo cierto es que llegaban al punto, como en Lufbr, donde uno de estos señores de una región pequeña terminaba adueñándose inclusive de la libertad de los individuos, todo esto con el beneplácito del poder central donde existía un acuerdo tácito, un concepto de poder y control tan arcaico que sorprende que este planeta sea ya de los mundos conocidos donde eso desapareció hace siglos G.M.T.

Lo que más preocupaba es el engañar en nombre de los zen chi, eso debía averiguarlo lo antes posible, había entonces un lugar donde requerían su ayuda, el peregrinaje rendía sus frutos.
-       
   Les ayudaré en todo lo que pueda para que esto no siga pasando.

Coru estaba dispuesto a agradecerme cuando Dutu llego corriendo.
-       
   ¡Vienen los guardias de don Nareb!

El padre ordenó inmediatamente a sus hijos esconderse en una trampilla que tenía acceso bajo un mueble, dijo al mayor que protegiera de sus hermanos y que él se quedaba conmigo.
-      
  Espero que usted sea lo que Dutu dice, si no estamos perdidos – me dijo resignado.

Golpearon fuertemente la entrada, Coru no tardó en abrir. Unos 7 nitagarianos fuertemente armados llegaron en un transporte con un rifle pesado en la parte trasera, tres de ellos entraron casi empujando a Coru mientras nos apuntaban con unos rudimentarios rifles laser, uno de ellos se dirigió a nosotros mientras los otros dos empezaron a revisar el lugar desbaratándolo.
-       
  Usted sabe que no puede recibir a nadie sin que lo sepa don Nareb, va a tener problemas, por eso nos tienen que acompañar los dos.

Me apresure a hablar antes que Coru:
-       
   No es su culpa, yo mismo vine aquí y le pedí quedarme.

El sujeto me puso el rifle en el pecho.
-       
   Cállese estelar, si no fuera porque don Nareb lo quiere ver ya, lo hubiera llenado de láser.
-       
   Si quiere puedo darle mis unidades si deja tranquilo a Coru -dije aprovechando que no me iba a disparar por lo pronto.

El guardia me miró por un instante y se rio fuertemente, luego bajó su arma y los otros rieron también, entonces me abofeteó suavemente:
-       
  Este estelar sabe lo que le conviene, ¿cierto muchachos? -dijo a los otros divertido- Trato hecho, vamos muchachos que el estelar invita esta noche.

Aunque sabía que me estaba mintiendo, podría sacar del peligro a Coru, así que me deje llevar por los guardias y salimos del lugar, lo último que vi fue el rostro de angustia del dueño de casa. Subí al transporte con todo el resto y me dejaron en medio de guardias para asegurarse de que no escapara, fue entonces cuando el líder le dio la orden al que controlaba el cañón de disparar al hogar cuando estábamos andando.

Ya estaba concentrándome en atacar, tan pronto vi la orden, al máximo de lo que mis artes zen chi me permitían, saqué mi brazo por la ventana del transporte y jalé la extremidad del cañonero, luego apoyé mis pies contra el espaldar de la silla donde estaba y el cuerpo del pobre sujeto impactó contra las escotillas donde estaban sentados los otros que me custodiaban, como no había completado el segundo de tiempo no habían podido reaccionar, el impacto los golpeó, solté al sujeto y en el aire lancé mis brazos a los lados para golpear las armas que tenían en sus manos, giré horizontalmente y aún con los pies apoyados en el espaldar empuje fuertemente los de las sillas delanteras, los otros tres guardias, incluido el conductor, golpearon su cabeza contra el panel delantero de mando del vehículo.

Pasaron menos de dos segundos y el vehículo freno en seco. Todos estaban inconscientes, empuje al conductor y puse a andar la máquina mientras acomodaba mí sombrero.

El tal Nareb estaba esperando el transporte en la puerta de su palacio, no era difícil adivinar donde era, todos los mapas de localización mostraban prácticamente con avisos neón su gigantesco terreno que tenía el surtidor geotérmico de toda la región Suvir, todos le rendían devoción por eso. Pensé que iba a sorprenderse por llevar al grueso de sus matones vencidos.
-       
  O sea que, si es un zen chi, ja – dijo mientras volvía a entrar por el portal del palacio.

Eso me pareció bastante extraño, el sujeto estaba demasiado confiado.
Fui tras él, me esperaba en un patio interior con las manos atrás, era un ser humano bajo y gordo, algo que no es común, pero estando tan lejos de los mundos principales de la galaxia tiene sentido, el patio interior tenia unos caminos que cruzaban en el centro con una piscina de algún líquido, que estaba evaporándose por la lava que corre debajo del lugar.
-       
   Bienvenido a mi palacio -dijo divertido- he sabido vivir aquí aprovechando todo lo que alguna vez se me quito por reglas estúpidas, si quieres algo tómalo. Así que lamento decirte que hasta aquí llega tu peregrinaje, no voy a arriesgar lo que me he ganado.
- 
    ¿Como sabes todo eso?

Nareb se quito su sombrero y pude ver el tatuaje del san lu, era un zen chi. Sentí un hormigueo en el cuerpo al ver esto que asocié a la sorpresa, pero no fue así.
-       
  Yo también peregriné para recuperar mis poderes, pero me cansé, me quedé aquí y vivo muy bien, mejor que andar con hambre vagando por la galaxia ayudando malagradecidos.
-      
   Vives bien a costa de los nativos -dije mientras me acerqué lentamente.
-       
   Es un trato muy justo, yo les proveo energía a cambio de su obediencia.
-      
   ¡Es obediencia o morir! Eso no es justo, es tiran…

En ese momento sentí un agudo dolor en el pecho y caí de rodillas aún lejos de él, Nareb sonrió y se puso de nuevo su sombrero. Traté de pesar rápido y no había duda, algo estaba cancelando el dispositivo antigravedad de mi traje y la sangre no circulaba por eso, en cuestión de segundos moriría.
-        
   Adiós zen chi, sin últimas palabras ni explicaciones. Disparen y láncenlo al pozo.

Mis ojos se empezaron a nublar y pude ver varios tipos en el techo apuntándome con rifles, traté como pude de sentarme en flor de loto y aceptar la muerte, el divino regalo tan precioso como la vida.
Me relaje y deje que mi conciencia se elevara, si he de dejar este plano que sea en completa paz, di las gracias por lo vivido y sobre todo por los errores que cometí, jure no cometerlos en mi próxima vida.

Entonces estuve en armonía con todo, pude ver sin abrir los ojos la galaxia lentamente andando, pude ver a las criaturas del planeta en plena vida, pude ver la lava correr lentamente, pude ver a los pequeños corriendo felices, pude sentir el viento afuera del palacio, pude repasar mi vida entera hasta el momento en que inclusive pude ver como los guardias disparaban y salía muy lentamente la primera bala.

¡Un momento!

Sin abrir los ojos giré mi cuerpo y logré tomar la bala con mis dedos y contemplar su sombra dimensional.
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Coru, su esposa, Dutu y sus hermanos nunca habían comido tanto, los despedí con un abrazo y caminé perdiéndome por la calle del pueblo llena de gente caminando, fiesta y niños corriendo.

Dutu se despidió en la puerta con mi cristal de créditos colgado al cuello, aunque mi peregrinaje terminó y tengo mis poderes de regreso, seguiré ayudando al que me necesite, porque una sonrisa de ellos y mía es ganarlo todo.

 Fernando Plested Salazar ©



[1] Cuerpo robótico que aloja un ser muy diferente a los antropomorfos para que pueda interactuar.
[2] Red galáctica de la hermandad que comunica los mundos conocidos en tiempo real.
[3] Galaxy Media Time, estándar de rotación galáctico dividido en tiempos de sistemas estelares y planetas.
[4] Planeta de la hermandad galáctica de seres cristalinos, sin atmósfera y mucha radiación.
[5] Planeta que tiene un planeta hermano gaseoso y una estrella en orbitas irregulares cambiando su gravedad constantemente.
[6] Planeta de la hermandad galáctica similar en su actividad tectónica.
[8] Orden terrestre de guerreros místicos que aprovechan la energía de las ondas dimensionales para potenciar su cuerpo, sirven al desvalido en la galaxia y si usan sus poderes de manera egoísta los pierden. Solo peregrinando por muchos años los pueden recuperar.

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